Los engaños de la mente
(entrevista a Susana Martínez-Conde)
Según la tercera ley de Clarke, cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistiguíble de la magia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los habitantes de Nueva Guinea y
otras islas de Melanesia y Micronesia, que aún vivían en sociedades
tribales, asistieron asombrados a un fenómeno por completo sorprendente:
los japoneses y los americanos que pasaban por sus dominios lo hacían
“cargados” de toda clase de bienes. Llegaban por aire y por mar, con sus
aviones y barcos mágicos. Acabada la contienda los suministros dejaron
de llegar a las islas, y algunas tribus desarrollaron un culto, conocido
como “Cargo”. Esta creencia se dotó rápidamente de sus rituales: los
indígenas se pusieron manos a la obra y construyeron simulaciones en
madera de los aeropuertos y puertos de los ya ausentes suministradores,
creyendo que el “cargo” (cargamento, en inglés), llegaría traído por sus
antepasados. Para los habitantes de estas islas del Pacífico la
tecnología del siglo XX era, sencillamente, indistinguible de la magia. Y
la magia, inexplicable en sus términos, de los aviones y barcos
repletos de bienes, dio origen a un culto religioso.
Mucho
tiempo antes fueron los Aztecas, cuya civilización estaba bastante más
avanzada que la de los isleños del Pacífico, los no obstante
sorprendidos por los ingenios del europeo del siglo XVI. Hernán Cortés
desembarcó en México con apenas 200 hombres, pero con algo que haría de
él una especie de Dios a los ojos de los Aztecas: caballos (un animal
inexistente entonces allí, indistinguible de un ser mitológico) y armas
de fuego. Una vez más la sofisticación tecnológica -con el añadido de la
biológica- fueron consideradas magia, y suscitaron gran temor y
devoción: los suficientes para poner a un Gran Imperio a los pies de una
partida de aventureros.
Mágico es
aquello que parece desafiar las leyes naturales. Como buscadores
incansables de causas, si no podemos explicar los efectos que produce
algo o alguien por su diseño, en el primer caso, o por los
comportamientos que despliega, en el segundo, atribuimos estos efectos a
un poder de carácter sobrenatural.
En
los orígenes de la humanidad muy probablemente magia, ciencia y
religión estuvieran unidas todas ellas, y las tribus, casi desde el
momento en que tuvieron líderes, tendrían que separar a Dios del César,
al guerrero del sacerdote, y admitir dos reinos diferentes con dos
representantes diferentes: el jefe militar y político y el chamán o
líder espiritual, a cuyo “cargo” estarían los asuntos que escapasen a la
comprensión del hombre del momento.
La
magia como ilusionismo, es decir, como un conjunto de prácticas
encaminadas deliberadamente a generar en quienes las presenciasen la
sorpresa de la aparente suspensión de las leyes naturales, surgió mucho
después, una vez la civilización había alcanzado un estadio de
desarrollo tecnológico tal que cualquier miembro de la sociedad fuera
plenamente consciente de que las herramientas y procedimientos de uso y
realización corriente no tenían nada de mágico, sino que eran
perfectamente explicables, al menos por su diseñador, un humano, a fin
de cuentas, en casi todos los sentidos como otro cualquiera, aún gozando
del elevado estatus de inventor o científico.
Desde
que magia y religión se separaron plenamente en las consciencias de las
personas y emergió el puro espectáculo del ilusionismo, la ciencia se
posicionó como el motor del desarrollo humano y la fuente de acceso más
fiable al conocimiento de la naturaleza, rebajándose todo lo
presuntamente sobrenatural, en la medida de lo posible, a sus causas
naturales, con las debida inducciones y deducciones, reiteradas
experimentaciones y comprobaciones. Ya nada humano parecía sernos ajeno….¿o
no? Realmente el exponencial avance de la ciencia en la explicación del
cosmos, y su conflicto siempre latente y en ocasiones candente con la
religión, cuyas explicaciones sobrenaturales son puestas en entredicho
por el conocimiento científico, constituyen una de las claves
fundamentales para comprender la sociedad contemporánea y el modo en que
las personas interpretamos y juzgamos el mundo y, consecuentemente, nos
comportamos en él. La cándida causalidad que dio origen a cultos como
el del Cargo sigue presente en nuestras mentes, pero a través de la
enculturación y la educación terminamos por comprender que toda la
complejidad artificial que nos rodea no es mágica. Y cuando vamos a ver a
un mago actuar, sabemos de antemano que nos va a engañar, aunque
nuestra mente sea incapaz de discernir dónde reside la fuente del
engaño. Es, todavía, de hecho, incapaz de discernirse a sí misma.
Nuestra consciencia permanece oculta dentro de la caja negra de nuestro
cráneo, resistiendo de momento las tentativas científicas de su
comprensión íntima, esa a la que solo podemos acceder en primera
persona. Lo más humano de todo, que está en el mismo centro de todo
cosmos, pues todo cosmos es necesariamente subjetivo, haya algo ahí
fuera o no, nos sigue siendo por tanto por completo ajeno. Pero las
ilusiones, esas que tan bien dominan los actuales magos, ahora llamados
ilusionistas, podrían ser un camino para penetrar el misterio.
Comenzando
con el estudio de las ilusiones visuales en Harvard bajo la tutela del
Nobel David Hubel (verdaderamente un gigante sobre cuyos hombros
subirse), la coruñesa Susana Martínez-Conde conoció al americano Stephen
L. Macknik, y se estableció una conexión mágica entre ambos que les ha
conducido a formar, con el tiempo, uno de esos tandems científicos
capaces de revolucionar la ciencia. Son además de pareja científica,
pareja afectiva, lo que constituye una singularidad que también pudimos
observar en este blog hace unos años, entre dos neurocientíficos del University College de Londres.
Susana
y Stephen son los directores respectivos de los laboratorios de
Neurociencia Visual y Neurofisiología del Comportamiento del Instituto
Barrow, de Arizona. Esta institución es conocida por ser el centro
médico donde más operaciones de neurocirujía se practican. Pero al
trabajo médico le acompaña la investigación puntera.
De la Profesora Martínez Conde quedan “impresas en nuestras retinas”
las imágenes de sus experimentos con los movimientos oculares, aquellos
apenas perceptibles conocidos como movimientos sacádicos y otros aún
más imperceptibles que han merecido un prefijo que los nomina como
microsacádicos. No son movimientos voluntarios, en el sentido de que no
obedecen a nuestra voluntad consciente de mirar a parte alguna. Los
movimientos oculares de esta índole pueden paralizarse, con mecanismos
sofisticados. La Profesora Martínez Conde comprobó que la paralización
de estos movimientos suponía la ceguera para todo aquello que no se
moviera dentro de nuestro campo visual. Al mover los ojos creamos, por
tanto, en alto grado, la realidad visible.
Tanto
énfasis puesto en la vista, los movimientos oculares que nos hacen ver
y, dentro de ellos aquellos que son conscientes, y que por tanto forman
parte de ese foco luminoso llamado “atención”, de aquellos que no lo
son, condujo a intentar comprender las ilusiones visuales desde una
nueva óptica: la del ilusionismo.
¿Qué
mecanismos neurales son activados y desactivados por los magos en sus
espectáculos para que estos logren engañarnos de la forma tan
convincente en que lo hacen? ¿Cómo distraen nuestra atención? ¿Qué
ilusiones específicas crean? Estas y otras preguntas han conducido a
Susana Martínez Conde y a Stephen L. Macknik a juntarse con esos
“peligrosos y siniestros” personajes del mundo de la magia, y a
descubrir no sólo que se trata de gente entrañable y en general
completamente honesta, fuera del escenario, sino también a aprender de ellos sus sofisticadísimas técnicas de magia. Como dice la Ley de Niven: “cualquier magia lo suficientemente avanzada es indistinguible de la tecnología”.
Ahora los Profesores Martínez-Conde y Macknik no sólo saben hacer
trucos de magia, sino que incluso han montado un espectáculo propio, sin
trampa ni cartón: The Magic Castle, y tienen la intención de crear
nuevos trucos a partir de sus conocimientos lo suficientemente avanzados
de nuestra capacidad de procesamiento visual. La ciencia al fin se
reconcilia con la magia. El estudio de la ilusión ha llevado al estudio
de las técnicas del ilusionismo. Y, después de unos años trabajando
duro, los Profesores Martínez-Conde y Macknik se sacan de la chistera la
Neuromagia. Con ella se explica cómo la magia
engaña a la mente. Se explica, en realidad, cómo la mente se engaña a
sí misma constantemente, y los profesionales de la magia se aprovechan
de esos engaños como el luchador de jujitsu, aprovechando la fuerza del
adversario, en este caso la ilusión.
Para
quienes tengan interés en la neurociencia, para quienes tengan interés
en la magia, y para quienes quieran saber de una vez por todas cómo les
han estado burlando todos estos años esos tipos llamados magos, o
quieran emularles y hacer trucos similares, Susana Martínez-Conde y
Stephen Macknik, en colaboración con la periodísta cientifica Sandra
Blakeslee, han escrito un libro: Los engaños de la mente.
En él se explican muchas cosas que van más allá de la mera descripción
de las técnicas de los ilusionistas. Se explica la naturaleza de las
ilusiones, tanto sensoriales como cognitivas, y su importancia en
nuestro modo de ver el mundo.
La
Profesora Martínez-Conde ha tenido la amabilidad de respondernos unas
preguntas. Aunque no sólo eso. A pesar del cansancio de una semana de
promoción en España de su libro (que la dejó afónica), tuvo la gentileza
de llamarme por teléfono desde Phoenix para hacer realidad esta
entrevista que su afonía y mi falta de medios informáticos apropiados
impidieron concretar la pasada semana.
1.-Nuestros
ojos se mueven constantemente, y no siempre dirigidos por nuestra
consciencia, como has comprobado: ¿Dónde miran nuestros ojos, que los
guía en sus movimientos sacádicos y microsacádicos? ¿Miran los ojos
sólamente dónde creemos estar mirando?
Los
ojos sí miran donde estamos mirando, lo que pasa es que muchas veces, o
la mayoría de esos movimientos, no los realizamos de manera voluntaria.
Los ojos tienen que mirar donde estamos mirando por que lo que hacemos
al mirar es apuntar los ojos en una dirección u otra. Cuando fijamos la
mirada creemos -tal como la palabra “fijar” misma sugiere, que dejamos
el ojo quieto. Eso es algo que yo misma creía antes de trabajar en este
campo. Sin embargo las cosas no son así. Cuando creemos tener fija la
mirada, en realidad nuestros ojos siguen haciendo pequeños movimientos
microscópicos. Es decir, el ojo nunca está completamente quieto, y estos
pequeños movimientos que no deja de hacer son fundamentales. Esto se
comprueba si se impiden estos micromovimientos, lo cual se puede hacer
paralizando completamente el ojo, cosa que hemos logrado con una serie
de técnicas específicas en el laboratorio del Barrow Institute. Cuando
se paraliza efectivamente el ojo nos quedamos ciegos de este para todo
lo que no sean objetos en movimiento. Esto nos confirma que para ver es
necesario el movimiento, que o bien está en el mundo o bien en está en
el ojo, que hace perceptible un mundo que no se mueve con su propio
movimiento. Todo esto en lo referente a los movimientos que llamamos de
“fijación visual”.Pero incluso cuando estamos explorando una escena
visual y vamos moviendo los ojos, no tomamos una decisión consciente, la
mayoría de las veces, de mover los ojos, simplemente los movemos un
poco de manera involuntaria, como por ejemplo cuando decidimos que nos
vamos a levantar de la cama y a salir por la puerta del dormitorio: no
tomamos una decisión consciente de dar cada paso, ni hacemos un cálculo
de la longitud del paso, ni decidimos que parte del pie va a tomar
contacto en primer lugar con el suelo. Nuestra intención es dirigirnos
hacia un destino, que es la puerta, y lo que sucede en medio es en su
mayor parte involuntario o reflejo, y lo mismo pasa con los movimientos
oculares.
2.-¿Y podría ser
que esa aparente deriva ocular nos sirviese para, aparte de construir de
alguna manera nuestro mapa visual del mundo, fuese algo que hubiera
evolucionado para, por ejemplo, vigilar el entorno para estar
“despiertos” ante posibles peligros ambientales?
¿Si
estamos constantemente explorando el mundo? Yo diría que sí. Incluso
tenemos investigaciones recientes al respecto de las que no puedo dar
mucho detalle, al estar pendientes de publicación, sobre este tema.
Ahora, ¿para qué finalidad? No toda la historia la escriben las
amenazas. Hay que estar pendientes de posibles amenazas, sin duda, pero
también hay que estarlo de posibles oportunidades. Porque sin explorar
el mundo tampoco encontraremos comida, ni cobijo ni ninguna otra de las
cosas que nos hacen falta para sobrevivir.
3.-En
el sueño REM, que es el asociado por lo general a las ensoñaciones,
nuestros ojos se mueven rápidamente ¿Obedece este movimiento quizás a la
necesidad de crearse las representaciones visuales oníricas?
Es
una pregunta interesante. Yo me hecho no la misma, pero sí preguntas
parecidas. Al sueño REM se le suele llamar también “sueño paradójico”,
porque movemos los ojos de una manera semejante a como los movemos
cuando estamos despiertos, y sin embargo estamos dormidos (de ahí lo de
“paradójico”). Es posible que mientras experimentamos sueños que tienen
un contenido visual -que en las personas que vemos suelen ser la mayoría
de los sueños- esa visión que tenemos metafóricamente delante de
nosotros la queramos explorar tal como hacemos con el mundo que nos
rodea cuando estamos despiertos. Pero comprobar esto experimentalmente
sería muy complicado porque necesitaríamos saber no solamente que
alguien está soñando y que sus ojos se mueven (lo cual es posible pues
disponemos de tecnología para ello) sino también qué es lo que está
viendo en el sueño, y a partir de ahí comprobar si los movimientos de
los ojos tienen algo que ver con los movimientos de los ojos que hacemos
cuando estamos despiertos y exploramos una escena visual similar. Hoy
por hoy no tenemos la tecnología disponible para saber qué tipo de
imágenes experimentan las personas cuando sueñan, salvo preguntándoles
y, evidentemente si se lo preguntáramos ya estarían despiertos. Así que,
aún siendo un tema muy interesante, dudo que podamos resolverlo a corto
plazo.
4.-¿Qué es lo que
representa nuestro mapa visual del mundo, realmente, es decir, cuánto
hay de real en lo que vemos, cuanto de pintura creativa? ¿Es nuestro
mundo un cuadro pintado por la selección natural? ¿Es pura magia de la
evolución y de la naturaleza?
Nunca
es la realidad. La realidad está ahí fuera, no pretendo sugerir que la
realidad no exista, pero nosotros no vivimos en la realidad, lo que
experimentamos es un constructo cerebral, y este constructo cerebral,
esta simulación, por llamarlo de alguna manera, muy raramente se
corresponde exactamente con la realidad, la inmensa mayoría de las veces
de hecho tenemos una discrepancia mayor o menor respecto a esta. Cuando
esa discrepancia es extrema hablamos de ilusiones visuales o de
alucinaciones (si estamos hablando de patología), o hablamos de sueños
cuando estamos dormidos, pero todas, o la mayoría de nuestras
experiencias son por lo menos parcialmente ilusorias.
5.-Las ilusiones visuales se pueden enmarcar dentro de un grupo mayor de ilusiones que son las ilusiones cognitivas…..
Yo
no haría así la clasificación. Podemos dividir entre ilusiones más
sensoriales e ilusiones más cognitivas. Una ilusión sensorial puede ser
una ilusión visual, auditiva o táctil..o multisensorial, en la que
participan múltiples sentidos. La diferencia que establecemos entre
ilusiones visuales e ilusiones cognitivas tienen sobre todo que ver con a
qué nivel ocurren dentro de la jerarquía cerebral de procesamiento de
la información. Me explico: las ilusiones sensoriales serían las que
ocurren en las primeras etapas de procesamiento de información, más
cercanas a las entradas sensoriales (los fotorreceptores en la retina y
los equivalentes en los demás sentidos), las ilusiones cognitivas, que
también suceden en el cerebro, lo hacen en niveles bastante más altos
del procesamiento, relacionados con lo que llamamos procesos cognitivos:
la memoria, la atención, la toma de decisiones, la inferencia causal…
6.-Por ejemplo las estudiadas por Kahneman y Tversky, en las inferencias probabilísticas…
Si, obviamente. Si estamos hablando de cálculos de probabilidad las ilusión sería más cognitiva que sensorial.
7.-Las ilusiones se pueden ver como fallos…
No,
yo no las veo como fallos. De hecho esto es un poco lo que nos
distingue. Es un tema que abordamos en el libro Los Engaños de la Mente.
En la generación previa de científicos de la visión y científicos
cognitivos si se tendían a considerar las ilusiones visuales como fallos
de la percepción, pero hoy en día creo que estamos viendo un cambio en
el mapa. En primer lugar, como comentaba antes, todo o casi todo es
ilusorio por lo menos en cierta medida, por tanto no podemos decir que
las ilusiones son los”fallos” o las excepciones, sino que representan el
modus operandi en general de nuestro cerebro. Por otro lado las
ilusiones, en muchos casos, quizás en la mayoría de los casos,
representan una serie de ventajas evolutivas, es decir, que tienen valor
adaptativo, entonces creo que no cabría considerarlas como errores si
al final resultan tener un valor adaptativo desde el punto de vista de
la evolución.
8.-Muchas de
las ilusiones son artificialmente creadas, como el cubo de Necker, para
confundir a nuestro sentidos. En ese sentido son artificiales. Pero en
la naturaleza no se dan tanto….
No,
en la naturaleza se dan ilusiones constantemente, de todo tipo, tanto
sensoriales como cognitivas, desde el color o el brillo que nos parece
que tenga un objeto que prácticamente nunca representa la cantidad de
fotones que se reflejan de él….
9.-La
luna. En vuestro libro ponéis el ejemplo de la luna que, cuando está
más baja, a la altura de los árboles, y en contraste con ellos, parece
más grande que cuando se encuentra en lo alto del firmamento, aunque en
realidad cuando está arriba está más cerca de nosotros y deberíamos
verla más grande….
Si,
también, efectivamente. Pero son ingentes las ilusiones. Para el cerebro
todo es relativo, nada es absoluto, nuestro cerebro siempre está
estableciendo comparaciones y sobreestimando o subestimando cosas como
el brillo, el tamaño o la geometría en general de los objetos. También
hay ilusiones cognitivas de todo tipo, por poner dos ejemplos: si le
pides a alguien que estime la longitud de una distancia su estimación va
a depender de si tienen una mochila colgada de los hombros o no. Y un
precipicio nos parece más alto si lo miramos desde arriba que si lo
miramos desde abajo, siendo la misma distancia vertical. O sea que lo
raro es no experimentar ilusiones.
10.-Partiendo
de la “ilusión” mía de que las ilusiones fueran un error, en parte
corregida por ti hace un momento, me puse a pensar en cómo los fallos en
general han hecho evolucionar la neurociencia. Quiero decir, como casos
patológicos como los estudiados por Broca, Wernicke, el de pacientes
como el olvidadizo H.M. o Phineas Gage, estudiado por los Damasio, o los
pacientes de cerebro dividido estudiados por Gazzaniga etc…han
permitido comprender mejor el funcionamiento normal y corriente del
cerebro.
Si, en estos casos
se puede hablar de algo que no tiene nada de ilusorio, sino que es
verdad: un daño cerebral. Ahora las ilusiones de la mayoría de nosotros
que tenemos un cerebro perfectamente saludable que no tiene ni
enfermedad ni traumatismo, estas ilusiones yo diría que no son errores.
Ahora, si alguien tiene una patología, claro, ahí hay un fallo cerebral.
La existencia de estos famosos pacientes que mencionas y otros que ha
habido a lo largo de la historia ha sido crítica para grandes
descubrimiento que han servido al avance de la neurociencia.
11.-El
filósofo David Chalmers habla de los problemas sencillos de la
consciencia, tal como hallar correlatos neuronales de experiencias
conscientes en el cerebro, y del”problema duro” de la consciencia, que
sería explicar cómo de toda esa actividad neural sale eso que se llama
realidad subjetiva, el punto de vista del observador. ¿Cree que podremos
resolver el denominado problema duro?
Yo
en este asunto me pongo más del lado de Christof Koch, quien afirma que
el problema duro no es tan duro como lo pintan. Él utiliza la analogía,
que nosotros también usamos en nuestro libro, del conocimiento previo
al descubrimiento de la estructura y función del ADN y las bases de la
herencia genética. Entonces existía un gran debate sobre en qué
consistía la vida, exactamente, habiendo escuelas filosóficas
vitalistas, y circulando el equivalente teórico del problema duro y los
problemas fáciles de Chalmers que se presenta hoy en el estudio de la
consciencia. Lo que afirma Christof Koch es que una vez conocida la
estructura del ADN, equivalente al problema duro de la vida, el
vitalismo simplemente desapareció y que probablemente suceda lo mismo en
el terreno de la consciencia. A mi me resulta más atractiva esta
postura de Koch tanto por estar bien argumentada como por que refleja un
mayor optimismo científico. Quizás esto tenga que ver con que Christof
es un científico y Chalmers es un filósofo.
En
cualquier caso existen toda una serie de posiciones filosóficas, o de
filosofía de la ciencia con respecto a las limitaciones del saber: qué
es lo que nos va a resultar posible entender, si este conocimiento tiene
límites o no los tiene, si podremos llegar a saber o a conocer todo o
dónde se haya el límite del conocimiento humano, y la verdad es,
francamente, que me parece prematuro empezar a poner límites a lo que
resulta asequible al conocimiento humano ya que hasta ahora no tenemos
ninguna evidencia de que haya un límite o de que estemos cerca de un
límite, o de que incluso hay un limitante, así que la postura filosófica
que prefiero es la del optimismo científico, la de pensar que podremos
resolver las preguntas a todas las cuestiones que nos planteemos y,
bueno, ya se verá….pero en principio creo que es mejor no limitarnos y
no anticipar que va a haber limitaciones, porque es muy posible que no
las haya.
12.-Los primeros
científicos eran también los primeros magos, y los primeros sacerdotes.
Los chamanes. ¿Serían acaso los mejor capacitados para manejar las
ilusiones perceptivas? ¿Surgió acaso la religión en parte de los puntos
ciegos de nuestra mente?
En
los orígenes no existía división entre la magia como espectáculo y la
magia como poder sobrenatural, de hecho los magos que existían antes
eran, a veces, grandes ingenieros e inventores, por ejemplo Herón de
Alejandría, que inventó la apertura automática de las puertas, a través
de un mecanismo de vasos comunicantes, y en el Templo las puertas se
abrían por arte de magia en las festividades. Hoy en día, evidentemente,
no lo consideraríamos magia. Más adelante cuando el pueblo empieza a
hacerse cargo de que existe una tecnología, comienzan a separarse la
ciencia, la religión y la magia, convirtiéndose esta última también en
espectáculo. En la etapa de la Inquisición se sospechaba que los magos
podían tener poderes por pactos con el diablo. Entonces se publicó un
libro en el que se expuso que sus presuntos poderes no eran tales ni
provenían de ningún pacto con el diablo, sino que se trataba únicamente
de trucos. Desde ese momento empiezan a distanciarse la magia de la
religión. Aunque hoy por hoy todavía hay algunos magos que afirman tener
poderes o capacidades extrasensoriales, pero ese ya es otro tema.
En
cuanto al origen de la religión no sé si esta surgiría o no a través de
el relleno de puntos ciegos, pero lo que sí es claro es que el ser
humano es un buscador de patrones, es una tendencia de nuestro cerebro
la de buscar patrones, buscar regularidades y el otorgar causas a
efectos. Aunque hay efectos en los que la causa es oculta o es
desconocida nosotros le atribuimos una causa, y no por ser incorrecta se
la dejamos de atribuir. Por ejemplo estoy pensando en un espectáculo de
magia en el que parece que al tocar el mago con la varita aparece un
conejo, y esto nos hace relacionar el toque de la varita con la
aparición del conejo, lo cual nos hace relacionar incorrectamente una
causa con un efecto. La causa es otra, vamos a decir que por ejemplo el
conejo venga de una trampilla que se ha abierto y que el público
desconoce. Hay un sinfín de métodos. Pero lo que importa aquí es que la
causa es incorrecta. Esto es algo que experimentamos en el espectáculo
de magia pero también es algo que experimentamos en la vida cotidiana
cuando tenemos cualquier tipo de superstición: si resulta que llevo
puesta una camisa hawaiana y mi equipo de fútbol gana el partido, luego
cada vez que mi equipo de fútbol juegue un partido difícil voy a querer
ponerme la camiseta hawaiana por que eso le ha dado suerte a mi equipo. O
sea, que se está atribuyendo una causa incorrecta a un efecto concreto.
Y es muy posible que la religión haya surgido a partir de ahí.
13.-Una
de las cuestiones más controvertidas en neurociencia es la de la del
libre albedrío. Los que defienden que no hay tal cosa afirman que lo que
se entiende por libre albedrío es una ilusión. ¿Qué clase de mago se
escondería entonces detrás de nuestros movimientos y comportamientos,
voluntarios y acordes con normas de conducta?
Pues
el cerebro, que es el más mago de todos los magos. Yo creo que la
mayoría de los investigadores que están trabajando en el campo de la
consciencia estaría de acuerdo en que nuestra impresión del libre
albedrío es ilusoria, que no existe como tal. Ahora, es una ilusión que
nos resulta útil, al final. Quizás incluso tenga un valor adaptativo. No
lo sé. Ahora mismo es la primera vez que me lo estoy planteando, el que
la ilusión de libre albedrío tenga valor adaptativo. Y bueno, aunque
como investigadora considere que el libre albedrío probablemente sea una
ilusión, en el día a día me comporto y hago planes y paso la mayor
parte de mi tiempo sin pensar que mi libre albedrío, que me parece a mi
que es libre, no es tal. Además es una ilusión que resulta útil porque
si estuviéramos analizándola en todo momento estaríamos parados, no
actuaríamos.
14.-No sólo los
ilusionistas se aprovechan de nuestras ilusiones cognitivas: expertos en
mercadotecnia, propaganda etc…diseñan sus productos e ideas teniendo en
cuenta nuestro propio diseño, de forma que engañen a nuestros sentidos y
a nuestra mente. ¿No está el mundo lleno de “magos” de los negocios, de
la política, de la propaganda…?
El
mundo en el que vivimos está repleto de engaños y quizás los magos sean
de las personas más honestas que hay: dicen que van a engañar y lo
hacen. Mientras que en política y publicidad no se dice que haya un
engaño pero si lo hay. Y no solamente son ciertos sectores sino que nos
engañamos constantemente los unos a los otros, e incluso a nosotros
mismos. El engaño y el autoengaño son muy prevalentes. Estoy pensando
incluso en lo que llamamos “ser educado”. La mayoría de las veces es una
forma de engaño.
Por lo que respecta
a los magos, no es que estos tengan acceso a unos circuitos especiales
del cerebro que nadie utiliza, más bien hacen uso de los mismos
circuitos, del mismo cableado neuronal que nos sirven para engañarnos
unos a otros, en unas profesiones más que en otras, y engañarnos a
nosotros mismos, ahora los magos los saben utilizar muy bien…
15.-Son maestros…
Son virtuosos, sí.
16.-¿En qué trabajas ahora?
Ahora
estamos metidos en un sinfín de cosas. Sigo en la línea de los
movimientos oculares que conectan nuestra percepción y nuestras
respuestas neuronales. Es una de las líneas más importantes de mi
laboratorio junto con la neuromagia, con la que seguimos y seguiremos.
Ahora estamos llevando a cabo una serie de experimentos, cuyos
resultados esperamos ilusionados, que están enfocados al estudio de las
relaciones entre emoción y atención, que es algo de lo que en
neurociencia cognitiva sabemos bastante poco de momento. Pero dado que
los magos son capaces de manipular de forma muy efectiva esta relación
entre atención y emociones, nos han inspirado estos experimentos.
También
estamos trabajando con nuevas tecnologías en el estudio de los
movimientos oculares aplicado a la enfermedad de Parkinson y otras
enfermedades neurodegenerativas.
17.-De
cara a nuestros lectores, para que no experimenten ninguna confusión o
ilusión cognitiva al respecto, una definición rápida: ¿Qué es la
Neuromagia?
La neuromagia es
la colaboración entre dos disciplinas que en principio nos parecen tan
diversas y tan dispares como son la magia y la neurociencia, y que sin
embargo tienen muchos aspectos en común.
18.- ¿Qué misterios de la magia y de la ciencia quisieras desvelar?
Pues
yo creo que sería el mismo misterio para la magia y para la ciencia el
que me gustaría desvelar y de ello hablamos también en Los Engaños de la
Mente. Partiendo del hecho de que la magia manipula (en un sentido
neutro, no en el mal sentido) de tal manera todas estas ilusiones tanto
sensoriales como multisensoriales, cognitivas, los procesos mentales
emergentes en la mente del espectador, memoria, atención, relación
causa-efecto, toma de decisiones…todos estos procesos…creemos que el día
que lleguemos a conocer con exactitud cómo funciona la magia sobre el
espectador, ese será el día en que habremos desvelado las bases neurales
de la consciencia. Y este es el mayor misterio neurocientífico, quizás
científico en general, de todos los tiempos, y es hoy en día el Santo
Grial de la neurociencia contemporánea.
original
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