Frida Kahlo y la muerte
Kahlo en su lecho de muerte
Pese a la infatigable alegría que le distinguió, Kahlo se fue
escorando hacia la tristeza con la edad, a la medida de los colores que
teñían regularmente su casa de Coyoacán: primero rosa, después sepia y
blanco, y por último azul. Fueron sus últimos años, cuando la pintora
naufragó en un proceso depresivo muy ligado a la amputación de una de
sus piernas, que le mantuvo durante 1951 y 1952 encadenada a un frasco
de morfina sobre una cama de hospital. La página que cerró su diario
íntimo mostraba un garabato apenas legible: «Espero alegre la salida y
espero no volver jamás».
Elisabeth Kubler Ross repitió eso mismo los últimos años de su vida...
ResponderEliminarGracias tarongi por tu comentario. Un saludo.
ResponderEliminar