Para responder a estas dudas hemos hablado con la
psicóloga Silvia Álava, directora del Área infantil del Centro de Psicología
Álava Reyes, y autora del libro Queremos hijos felices (JDEJ
editores, 2014).
"Los
niños no entienden el concepto de no retorno"
¿Cuándo debemos comunicar a un niño
una noticia tan traumática como puede ser la muerte de uno de sus padres?
Partiendo del hecho de que nunca es
buen momento, no hay que esperar mucho tiempo para comunicar al niño la muerte
de su progenitor. Lo ideal es que el adulto que se lo transmite sea el otro
padre, y que pueda estar lo más "entero" posible. Pero no siempre se
puede conseguir, y la espera y la incertidumbre si esperamos a que el padre o
la madre lo haya superado, puede ser peor.
Los niños necesitan saber lo que
pasa, se dan cuenta de que algo terrible ha ocurrido, al ver las reacciones de
los adultos, que no están sus padres...
En ningún caso podemos mentir, le
diremos la verdad, de la forma más dulce posible y adaptando la información a
su edad. La gestión del silencio y de la incertidumbre o las mentiras casi
nunca darán buen resultado.
Una vez elegido el momento, ¿qué le
decimos?
Es muy importante no dar más
información de la necesaria. A los niños hay que decirles que la persona en
cuestión ha muerto pero no hace falta darle más explicaciones sobre las causas
ni detalles sobre el fallecimiento. No los necesitan.
Algo que les ayuda a entender la
muerte es hablarles de una mascota, el típico pez naranja de feria que se les
murió. Por muy duro que nos parezca, los niños tienen que saber que la vida termina.
Independientemente de nuestras
creencias religiosas hay que ser claros en el mensaje, no debemos utilizar
aforismos ni metáforas como "se ha ido", para no crear falsas
expectativas sobre la vuelta del ser querido. Los niños, sobre todo cuando son
muy pequeños, no entienden el concepto de no retorno. Por lo que hay que
explicarles que está muerto y que nunca lo volverán a ver. Se pueden incluir
explicaciones religiosas como que está en el cielo... pero hay que explicarles
que el cielo es metafórico, no es un lugar al que nosotros podamos ir, porque
puede ocurrir que algunos niños piensen que va a volver y eso les puede crear
mucha confusión.
¿Qué podemos esperar de la primera
reacción de un niño?
Las primeras reacciones pueden ser
tremendamente dispares. Van a depender mucho, de la edad y de las variables de
personalidad del niño. Puede haber niños que se queden en estado de shock, es
decir, que al principio no se den cuenta de lo que está pasando, no lo asuman y
necesiten un tiempo para asimilarlo y empezar a hacer su duelo, sin embargo,
habrá otros niños que de entrada sí se queden tremendamente afectados.
No podemos pensar que la reacción es
siempre la misma, va a depender mucho del niño. Pero lo que siempre debemos
hacer es respetar los tiempos propios de cada niño. Hay que dar a cada uno el
tiempo que necesite. Lo importante aquí es saber que el duelo tiene sus fases y
que no nos las podemos saltar, todo lleva un determinado tiempo.
¿Debe un niño ir al funeral de su
padre o de su madre?
También en esto va a haber muchas
diferencias individuales, va a depender mucho de las características y
personalidad de cada niño, así como de su edad.
Hay que tener muy presente que ir a
un tanatorio a ver el féretro de cualquier familiar es muy doloroso, cuanto más
de un padre o una madre. Así que en absoluto debemos forzar la situación.
Nada va a aportar la presencia de un
niño en estas situaciones y con niños muy sensibles lo único que conseguiremos
es que lo pasen francamente mal. Lo que sí debe hacer siempre el niño es
despedirse, pero lo puede hacer a través de una carta, yendo a posteriori al
lugar donde descanse el cuerpo o hacerlo de forma figurada... cuando haya
pasado ya un tiempo. La despedida es clave para poder empezar el duelo, pero
esto no implica, de ninguna manera, que la despedida deba ser de cuerpo
presente.
¿Qué pasa cuando despiertan
sentimientos de culpabilidad?
En ocasiones
hay niños que se sienten culpables por no haberse portado bien con su padre o
con su madre, o incluso que relacionan la muerte con algo que ellos hicieron o
dijeron, por eso, hay que explicarles lo que ha pasado, si ha tenido un
accidente, una enfermedad... (pero sin entrar en muchos detalles) explicándoles
que ellos no tienen la culpa de lo ocurrido.
Una
respuesta muy habitual en estos casos, es que los niños se sientan inseguros
ante la nueva situación, no solo por la tristeza del momento, sino porque se
plantean que al otro progenitor también le puede pasar algo, que la gente se
puede morir y desaparecer de un día para otro y que en un momento dado se puede
quedar solo. Por eso será fundamental dar al niño mucha seguridad, haciéndole
ver que el progenitor superviviente no está enfermo, que no le va a pasar
nada... La inseguridad es una respuesta muy habitual en los niños quizás no de
manera inmediata pero sí un poco más a medio plazo.
¿Qué otros
síntomas puede manifestar a medio plazo?
A corto plazo el niño se puede
sentir muy triste, incluso con rabia ante la pérdida del progenitor. Estas
reacciones son normales y hay que permitirles que las expresen. Hay que dejar
que el niño llore todo lo que quiera y exprese sus sentimientos, a medio plazo
puede haber síntomas de regresión y, sobre todo, ese sentimiento de
inseguridad.
El niño estará triste y hay que
hacerle ver que es normal que se sienta así. No pasa nada si ve que los adultos
también lloran, porque es normal llorar la muerte de un familiar cercano, sobre
todo, en un primer momento.
Cuando en un primer momento no
lloramos, por lo general, lo que estamos haciendo es retrasar el duelo.
¿En qué momento debemos pedir ayuda
a un psicólogo o un especialista?
Antes de pedir ayuda a un psicólogo
lo primero que hay que hacer es hablar siempre con el colegio. Para que sus
profesores estén informados, para que le puedan dar apoyo, para que le arropen
un poquito... y no solo en el momento del desenlace, también a posteriori en el
colegio deben conocer la situación, que el niño es huérfano de alguno de los
progenitores para que se tenga en cuenta en el colegio a la hora de llevar a
cabo las actividades familiares, como el día del padre o de la madre, y
gestionar adecuadamente estos temas desde allí.
Es muy importante también contar con
los amigos. En un momento así no debemos plantearnos cosas como cambiar al niño
de colegio, ni de su entorno, es decir, no quitarle las cosas que le dan un
poco de seguridad, y que pueda contar con el resto de familiares, amiguitos,
colegio...
¿Cuánto puede durar el duelo y cómo
valorar si no se está superando?
El duelo depende de cada persona y
de cada situación pero lo normal es tener un mínimo tres meses. Ahí es cuando
tenemos que estar pendientes y valorar si la ayuda de un profesional puede ser
necesaria:
·
Cuando vemos
que el duelo dura más de lo normal.
·
Cuando el
niño no asume la pérdida.
·
Si ha habido
comportamientos regresivos, es decir que el niño deje de hacer cosas que hacía
antes.
·
Notarlo
apático, que no sonríe, que no tiene ilusión...
De la misma manera, debemos estar
muy atentos a las señales de su comportamiento, analizar sus sentimientos, ver
qué cosas dicen, qué cosas dibujan. El objetivo es que se vaya superando la
situación de muerte del progenitor, poco a poco, de forma que lo pueda integrar
en la vida cotidiana y lo pueda verbalizar con normalidad, contándole a un
amiguito, o a alguien que le pregunte, que no tienen papá o mamá. En el momento
que esto ocurra, será un buen síntoma de que el duelo se está superando.
¿Es bueno que hablemos con el niño
del tema?
Es bueno que el niño sienta que
siempre que él quiere hablar del tema puede hacerlo. Y que siempre que quiera
expresar "estoy triste" "echo de menos a mamá/papá"... va a
ser respetado y comprendido y le vamos a decir que, por supuesto, que lo
entendemos porque nosotros también lo echamos de menos. Lo que en ningún momento
queremos es borrar esa etapa de su vida, pero el objetivo es que lo integre. El
mensaje que le tenemos que dar es que podemos aprender a ser felices a pesar de
estar tristes y echar de menos a esa persona. La tristeza no debe impedirnos
hacer las cosas cotidianas, el niño tiene que proseguir su vida, debe entender
que es normal que esté triste pero debemos enseñarle que esa tristeza no debe
interferir en su día a día y se traduzca en temas como fracaso escolar o
aislamiento, o dejar de realizar actividades, que es lo último que queremos que
ocurra.
¿Puede pasar el niño en este caso
por un estrés postraumático?
El estrés postraumático es un
diagnóstico muy concreto que ocurre cuando la persona ha estado sometida a una
situación especialmente traumática que hace que lo pueda recordar intensamente.
Está más asociado a personas que han vivido un trauma en primera persona, esto
ocurre cuando el niño ha sido víctima de un accidente, un atentado, una
agresión, un robo... pero ante la muerte de un familiar cercano, si el niño no
ha estado en el momento del accidente, no hablamos tanto de estrés
postraumático sino de tristeza o duelo por la pérdida del familiar.
¿Debe el padre/madre pedir ayuda a
un profesional?
Efectivamente, hay veces que el que
acude y necesita ayuda profesional no es solo el niño, o niños en caso de que
sean varios hermanos, sino el adulto, al que además de la muerte del familiar
se le suma una carga extra de responsabilidad. En estos casos, será fundamental
trabajar con ambos, tanto con el padre como con el hijo. Hay mucho trabajo que
se debe hacer de manera individual tanto con el niño como con el adulto.
¿Qué mensaje positivo lanzaría a un
padre/madre que se tenga que enfrentar a esta situación?
En mi experiencia como psicóloga el
mejor pronóstico, es decir, los niños que mejor salen adelante, son los que
cuentan con un adulto superviviente que supera bien el duelo, tira del niño,
trabaja con él, se muestra comprensivo y fuerte... en esos casos los niños lo
superan antes y sufren menos. Cuando el progenitor superviviente,
independientemente del rol de género, no sobrelleva bien el duelo, los niños lo
pasan especialmente mal. Por eso, debemos tener en cuenta que es una
responsabilidad extra que recae sobre dicho progenitor: además, de superar su
propio duelo debe de encargarse él solo de el niño y aportarle los recursos
necesarios para que el niño lo supere.
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