El miedo a la verdad. Pseudología fantástica.
24/10/2010
El ser humano es el único que puede decir
mentiras porque sabe que el otro puede llegar a creerlas como verdad. La
verdad exige compromiso y ello provoca, en muchos casos, miedo. Y el
primer miedo a la verdad se da en el sujeto mentiroso, porque la verdad
acabará desnudándole ante sí mismo y ante los demás. Pero ese no es el
único miedo.
........................................................................
Miedo a (nuestras) mentiras
Agustín González
Catedrático de Filosofía de la Universitat de Barcelona
Los seres humanos poseemos ideas,
la idea de verdad es una de ellas. Resolver la ambigüedad con
frecuencia es hacer una elección que consideramos verdadera. Tal vez
el miedo a la verdad podría tratarse del temor a poseer determinadas
ideas o el convencimiento de que otras personas las posean y nos las
impongan. Pero el miedo no es una idea, es una emoción. El cerebro
humano está dotado de un sofisticado sistema del miedo que puede
fácilmente condicionarse. En condiciones normales nos sirve para que
nuestra mente reaccione rápidamente frente a una alarma potencialmente
peligrosa.
Los neurocientíficos se han preguntado si el miedo a la verdad no sería más que un mecanismo de protección de nuestro cerebro frente a ciertas alarmas psicosociales. Quien tiene miedo a la idea de verdad puede ignorarla, y ocultarla hasta el olvido como un perfecto sistema de ajuste a una determinada condición personal potencialmente amenazante o ambigua.
Actualmente existe una importante polémica en Estados Unidos sobre la posibilidad de detectar a las personas que teniendo una supuesta idea de la verdad por algún motivo la ignoran de una manera intencionada. Estas personas activan áreas cerebrales distintas de aquellas que conocen la verdad y no la ignoran. De momento, ni estas técnicas de neuroimagen ni el clásico polígrafo son aceptados como pruebas ni en Estados Unidos ni en Europa. Sin embargo, en los tribunales de Bombay (India) se han aceptado estas técnicas basadas en la detección de la mentira (neuroscience-based lie-detection)como evidencia probatoria.
Dos compañías americanas han comercializado las técnicas de lie-detection. Una es Lie MRI, la otra CEPHOS. Pero el ser humano es falible y hay muchas formas de cometer equivocaciones sutiles que no se detectan mediante un sofisticado tratamiento estadístico de los datos. Los humanos tenemos una idea de la verdad mediante una combinación de la percepción y de la inferencia para darnos la explicación más convincente posible de los hechos.
Si el miedo a la verdad es un mecanismo de protección frente a ciertos riesgos, reales o imaginarios, personales o sociales, podemos caer en la seducción de lo irracional como remedio a la angustia de saber quiénes somos, quiénes son los otros y en qué mundo vivimos.
Los neurocientíficos se han preguntado si el miedo a la verdad no sería más que un mecanismo de protección de nuestro cerebro frente a ciertas alarmas psicosociales. Quien tiene miedo a la idea de verdad puede ignorarla, y ocultarla hasta el olvido como un perfecto sistema de ajuste a una determinada condición personal potencialmente amenazante o ambigua.
Actualmente existe una importante polémica en Estados Unidos sobre la posibilidad de detectar a las personas que teniendo una supuesta idea de la verdad por algún motivo la ignoran de una manera intencionada. Estas personas activan áreas cerebrales distintas de aquellas que conocen la verdad y no la ignoran. De momento, ni estas técnicas de neuroimagen ni el clásico polígrafo son aceptados como pruebas ni en Estados Unidos ni en Europa. Sin embargo, en los tribunales de Bombay (India) se han aceptado estas técnicas basadas en la detección de la mentira (neuroscience-based lie-detection)como evidencia probatoria.
Dos compañías americanas han comercializado las técnicas de lie-detection. Una es Lie MRI, la otra CEPHOS. Pero el ser humano es falible y hay muchas formas de cometer equivocaciones sutiles que no se detectan mediante un sofisticado tratamiento estadístico de los datos. Los humanos tenemos una idea de la verdad mediante una combinación de la percepción y de la inferencia para darnos la explicación más convincente posible de los hechos.
Si el miedo a la verdad es un mecanismo de protección frente a ciertos riesgos, reales o imaginarios, personales o sociales, podemos caer en la seducción de lo irracional como remedio a la angustia de saber quiénes somos, quiénes son los otros y en qué mundo vivimos.
........................................................................................................
Una emoción, no una idea
Cristóbal Gastó
Los seres humanos poseemos
ideas, la idea de verdad es una de ellas. Resolver la ambigüedad con
frecuencia es hacer una elección que consideramos verdadera. Tal vez el
miedo a la verdad podría tratarse del temor a poseer determinadas
ideas o el convencimiento de que otras personas las posean y nos las
impongan. Pero el miedo no es una idea, es una emoción. El cerebro
humano está dotado de un sofisticado sistema del miedo que puede
fácilmente condicionarse. En condiciones normales nos sirve para que
nuestra mente reaccione rápidamente frente a una alarma potencialmente
peligrosa.
Los neurocientíficos se han preguntado si el miedo a la verdad no sería más que un mecanismo de protección de nuestro cerebro frente a ciertas alarmas psicosociales. Quien tiene miedo a la idea de verdad puede ignorarla, y ocultarla hasta el olvido como un perfecto sistema de ajuste a una determinada condición personal potencialmente amenazante o ambigua.
Actualmente existe una importante polémica en Estados Unidos sobre la posibilidad de detectar a las personas que teniendo una supuesta idea de la verdad por algún motivo la ignoran de una manera intencionada. Estas personas activan áreas cerebrales distintas de aquellas que conocen la verdad y no la ignoran. De momento, ni estas técnicas de neuroimagen ni el clásico polígrafo son aceptados como pruebas ni en Estados Unidos ni en Europa. Sin embargo, en los tribunales de Bombay (India) se han aceptado estas técnicas basadas en la detección de la mentira (neuroscience-based lie-detection)como evidencia probatoria.
Dos compañías americanas han comercializado las técnicas de lie-detection. Una es Lie MRI, la otra CEPHOS. Pero el ser humano es falible y hay muchas formas de cometer equivocaciones sutiles que no se detectan mediante un sofisticado tratamiento estadístico de los datos. Los humanos tenemos una idea de la verdad mediante una combinación de la percepción y de la inferencia para darnos la explicación más convincente posible de los hechos.
Si el miedo a la verdad es un mecanismo de protección frente a ciertos riesgos, reales o imaginarios, personales o sociales, podemos caer en la seducción de lo irracional como remedio a la angustia de saber quiénes somos, quiénes son los otros y en qué mundo vivimos.
Los neurocientíficos se han preguntado si el miedo a la verdad no sería más que un mecanismo de protección de nuestro cerebro frente a ciertas alarmas psicosociales. Quien tiene miedo a la idea de verdad puede ignorarla, y ocultarla hasta el olvido como un perfecto sistema de ajuste a una determinada condición personal potencialmente amenazante o ambigua.
Actualmente existe una importante polémica en Estados Unidos sobre la posibilidad de detectar a las personas que teniendo una supuesta idea de la verdad por algún motivo la ignoran de una manera intencionada. Estas personas activan áreas cerebrales distintas de aquellas que conocen la verdad y no la ignoran. De momento, ni estas técnicas de neuroimagen ni el clásico polígrafo son aceptados como pruebas ni en Estados Unidos ni en Europa. Sin embargo, en los tribunales de Bombay (India) se han aceptado estas técnicas basadas en la detección de la mentira (neuroscience-based lie-detection)como evidencia probatoria.
Dos compañías americanas han comercializado las técnicas de lie-detection. Una es Lie MRI, la otra CEPHOS. Pero el ser humano es falible y hay muchas formas de cometer equivocaciones sutiles que no se detectan mediante un sofisticado tratamiento estadístico de los datos. Los humanos tenemos una idea de la verdad mediante una combinación de la percepción y de la inferencia para darnos la explicación más convincente posible de los hechos.
Si el miedo a la verdad es un mecanismo de protección frente a ciertos riesgos, reales o imaginarios, personales o sociales, podemos caer en la seducción de lo irracional como remedio a la angustia de saber quiénes somos, quiénes son los otros y en qué mundo vivimos.
PUBLICACIONES
-
Discurso y verdad en la antigua GreciaFoucault, Michel. Paidós, Barcelona, 2004.
-
Arte y verdad de la palabraGadamer, Hans-Georg. Paidós, Barcelona, 1998.
-
Sobre verdad y mentira en sentido extramoralNietzsche, Friedrich. Cuadernos Teorema, Valencia. 1980
-
Deceiving the Law (editorial)Nature Neuroscience, vol. 11 (2008)
-
Visions of deception: Neuroimages and the search for truthMoriarty, JC. Akron Law Review, 42, 739-761 (2009)
-
The brain and meaning of lifeThagard, P. Princeton University Press. Princeton (2010)
-
Methods in mindSenior C, Russell T, Gazzaniga MS (editores).The MIT Press. Cambridge (2006)
-
Knowledge and its limitsWilliamson, T. Oxford Univ. Press. Oxford (2000)
- The seduction of unreasonWolin, R. Princeton University Press. Princeton (2004)
--------------------------------------------------------------------------
PSEUDOLOGÍA FANTÁSTICA, éste es el nombre que recibe el trastorno de la personalidad al que lleva el hábito de mentir.
La PSEUDOLOGÍA FANTÁSTICA fue descrita por Delbrück en 1891, y posteriormente en la literatura inglesa Healey & Healey (1915), denominan a los sujetos que la padecen mentirosos patológicos. Este cuadro clínico también es conocido como MITOMANÍA.
La MITOMANÍA es una compulsión provocada por el deseo de causar admiración en los demás y atraer su atención y aprecio. Por este motivo, los mentirosos compulsivos inventan unos hechos y una historia, es decir, se imaginan una vida diferente a la que tienen.
Lo patológico comienza cuando las mentiras se hacen cada vez más grandes pudiendo llevar incluso a cometer delitos. El mentiroso se comporta igual que un actor que interpreta un papel que debe resultar creíble, lo que requiere un gran esfuerzo para que el "personaje" no se confunda con su realidad.
Comentarios
Publicar un comentario