Resiliencia. Boris Cyrulnik
©Hirimotu. Santa Coloma de Queralt. |
Definición
La resiliencia es la capacidad de una persona o grupo
social, no sólo de soportar frustraciones, crisis y adversidades, sino de poder
recobrarse y salir fortalecido de ellas.
Originalmente, el término resiliencia pertenecía sólo a
la física, y expresaba la capacidad de algunos materiales para recobrar su
forma original después de ser sometidos a una presión deformadora. Desde hace
unos años, sin embargo, este término fue adoptado por las ciencias sociales y
en particular por la psicología.
Características
La resiliencia posee dos elementos importantes:
* la resistencia o capacidad de proteger su propia
integridad frente a los efectos de estrés o tensión negativos.
* la elasticidad o flexibilidad para proseguir el
desarrollo de los procesos constructivos.
Historia del concepto
El trabajo que dio origen al concepto de resiliencia fue
el de E. E. Werner (1992), quien estudió la influencia de los factores de
riesgo, los que se presentan cuando los procesos del modo de vida, de trabajo,
de la vida de consumo cotidiano, de relaciones políticas, culturales y
ecológicas, se caracterizan por una profunda inequidad y discriminación social,
inequidad de género e inequidad etnocultural que generan formas de remuneración
injustas con su consecuencia: la pobreza, una vida plagada de estres,
sobrecargas físicas, exposición a peligros (más que “factores de riesgo”
deberíamos considerarlos procesos destructivos [Breilh, 2003] que caracterizan
a determinados modos de funcionamiento social o de grupos humanos). Werner
siguió durante más de treinta años, hasta su vida adulta, a más de 500 niños
nacidos en medio de la pobreza en la isla de Kauai. Todos pasaron penurias,
pero una tercera parte sufrió además experiencias de estrés y/o fue criado por
familias disfuncionales por peleas, divorcio con ausencia del padre,
alcoholismo o enfermedades mentales. Muchos presentaron patologías físicas,
psicológicas y sociales, como desde el punto de vista de los factores de riesgo
se esperaba. Pero ocurrió que muchos lograron un desarrollo sano y positivo:
estos sujetos fueron definidos como resilientes.
Como siempre que hay un cambio científico importante, se
formuló una nueva pregunta que funda un nuevo paradigma: ¿por qué no se
enferman los que no enferman?
Primero se pensó en cuestiones genéticas (“niños
invulnerables” se los llamó), pero la misma investigadora miró en la dirección
adecuada. Se anotó que todos los sujetos que resultaron resilientes tenían, por
lo menos, una persona (familiar o no) que los aceptó en forma incondicional,
independientemente de su temperamento, su aspecto físico o su inteligencia.
Necesitaban contar con alguien y, al mismo tiempo, sentir que sus esfuerzos, su
competencia y su autovaloración eran reconocidos y fomentados, y lo tuvieron.
Eso hizo la diferencia. Werner dice que todos los estudios realizados en el
mundo acerca de los niños desgraciados, comprobaron que la influencia más
positiva para ellos es una relación cariñosa y estrecha con un adulto
significativo. O sea que la aparición o no de esta capacidad en los sujetos
depende de la interacción de la persona y su entorno humano.
Explicaciones psicológicas del comportamiento resiliente
Boris Cyrulnik (2001) ha realizado aportes sustantivos
sobre las formas en que la adversidad hiere al sujeto, provocando el estrés que
generará algún tipo de enfermedad y padecimiento. En el caso favorable, el
sujeto producirá una reacción resiliente que le permite superar la adversidad.
Su concepto clave es el "oxímoron “. Según Cyrulnik la persona con
resiliencia se adapta con el “oximorón”, al recibir un gran golpe, se adapta
dividiéndose. La parte de la persona que ha recibido el golpe sufre y produce
necrosis, mientras que otra parte mejor protegida, aún sana pero más secreta,
reúne, con la energía de la desesperación, todo lo que puede seguir dando un
poco de felicidad y sentido a la vida"(Cyrulnik, 2001).
Por eso, si bien hay autores que han traducido resiliencia
como “elasticidad”, en nuestro actual concepto nada de eso se mantiene; la
resiliencia no supone nunca un retorno ad integrum a un estado anterior a la
ocurrencia del trauma o la situación de adversidad: ya nada es lo mismo.
La escisión del yo no se sutura, permanece en el sujeto
compensada por los recursos yoicos que se enuncian como pilares de la
resiliencia. Con algo de todo eso, más el soporte de otros humanos que otorgan
un apoyo indispensable, la posibilidad de resiliencia se asegura y el sujeto continúa
su vida. Podríamos decir que el concepto de oxímoron es del mismo orden que el
concepto de Freud de la escisión del yo en el proceso defensivo.
Pilares de la resiliencia
Los factores que resultan protectores para los seres
humanos, más allá de los efectos negativos de la adversidad:
* Autoestima. Es el más importante, el pilar fundamental
y la base de los demás pilares y es el fruto del cuidado afectivo del niño o
adolescente por un adulto significativo, “suficientemente” bueno y capaz de dar
una respuesta inteligente y comprensiva.
* Introspección. Es el arte de preguntarse a sí mismo y
darse una respuesta honesta. Depende de la solidez de la autoestima que se
desarrolla a partir del reconocimiento del otro. De allí la posibilidad de
cooptación de los jóvenes por grupos de adictos o delincuentes, con el fin de
obtener ese reconocimiento.
* Independencia. Se definió como el saber fijar límites
entre uno mismo y el medio con problemas; la capacidad de mantener distancia
emocional y física sin caer en el aislamiento. Depende del principio de
realidad que permite juzgar una situación con prescindencia de los deseos del
sujeto. Los casos de abusos ponen en juego esta capacidad.
* Capacidad de relacionarse. Es decir, la habilidad para establecer lazos e intimidad con otras personas, para balancear la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a otros. Una autoestima baja o exageradamente alta producen aislamiento: si es baja por autoexclusión vergonzante y si es demasiado alta puede generar rechazo por la soberbia que se supone.
* Iniciativa. El gusto de exigirse y ponerse a prueba en
tareas progresivamente más exigentes.
* Humor. Encontrar lo cómico en la propia tragedia. Permite ahorrarse sentimientos negativos aunque sea transitoriamente y soportar situaciones adversas. Es un pilar fundamental mientras no se convierta en coraza.
* Creatividad. La capacidad de crear orden, belleza y
finalidad a partir del caos y el desorden. Fruto de la capacidad de reflexión,
se desarrolla a partir del juego en la infancia.
* Moralidad. Entendida ésta como la consecuencia para extender el deseo personal de bienestar a todos los semejantes y la capacidad de comprometerse con valores. Es la base del buen trato hacia los otros.
* Capacidad de pensamiento crítico. Es un pilar de
segundo grado, fruto de las combinación de todos los otros y que permite
analizar críticamente las causas y responsabilidades de la adversidad que se
sufre, cuando es la sociedad en su conjunto la adversidad que se enfrenta. Y se
propone modos de enfrentarlas y cambiarlas. A esto se llega a partir de
criticar el concepto de adaptación positiva o falta de desajustes que en la
literatura anglosajona se piensa como un rasgo de resiliencia del sujeto
(Melillo, 2002).
Las fuentes interactivas de la resiliencia
De acuerdo con Edith Grotberg (1997), para hacer frente a
las adversidades, superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso
transformado, los niños se nutren de resiliencia por cuatro fuentes que se
visualizan en tres fundamentales expresiones verbales:
* "Yo tengo" en mi entorno social Personas
alrededor en quienes confío y que me quieren incondicionalmente. Personas que
me ponen límites para que aprenda a evitar los peligros. Personas que me
muestran por medio de su conducta la manera correcta de proceder. Personas que
quieren que aprenda a desenvolverme solo. Personas que me ayudan cuando estoy
enfermo o en peligro, o cuando necesito aprender...
* "Yo soy" y "yo estoy", hablan de
las fortalezas intrapsíquicas y condiciones personales. Yo soy alguien por
quien los otros sienten aprecio y cariño. Yo soy feliz cuando hago algo bueno
para los demás y les demuestro mi afecto. Yo soy respetuoso de mí mismo y del
prójimo. Yo estoy dispuesto a responsabilizarme de mis actos. Yo estoy seguro
de que todo saldrá bien.
* "Yo puedo", concierne a las habilidades en
las relaciones con los otros. Yo puedo hablar sobre cosas que me asustan o me
inquietan. Yo puedo buscar la manera de resolver mis problemas. Yo puedo
controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está bien. Yo
puedo buscar el momento apropiado para hablar con alguien o actuar. Yo puedo
encontrar a alguien que me ayude cuando lo necesito.
Educación de la resiliencia
Si partimos que un pilar de la resiliencia es la
autoestima y sabemos que ésta se desarrolla a partir del amor y el
reconocimiento del niño por parte de su madre y su padre, es en este vínculo
que empieza a generarse un espacio constructor de resiliencia en el sujeto.
* En la familia:
Es conveniente que se produzcan las siguientes prácticas:
actitudes demostrativas de apoyos emocionales (relaciones de confirmación y
confianza en la competencia de los protagonistas); conversaciones en las que se
compartan lógicas (por ejemplo, acuerdos sobre premios y castigos) y conversaciones
donde se construyan significados compartidos acerca de la vida, o de
acontecimientos perjudiciales, con coherencia narrativa y con valores morales
para sus protagonistas.
En síntesis, los elementos básicos de la resiliencia
familiar serían: cohesión, que no descarte la flexibilidad; comunicación franca
entre los miembros de la familia; reafirmación de un sistema de creencias
comunes, y resolución de problemas a partir de las anteriores premisas.
* En la escuela:
El fenómeno de la resiliencia cobra importancia en el
proceso educativo porque está demostrado que, después de la familia, la escuela
es un ambiente clave, fundamental para que los niños adquirieran las
competencias necesarias para salir adelante gracias su capacidad para
sobreponerse a la adversidad.
El Informe Delors de la UNESCO de 1996 especificó como
elementos imprescindibles de una política educativa de calidad, la necesidad de
que ésta abarque cuatro aspectos: aprender a conocer, aprender a hacer,
aprender a convivir con los demás y aprender a ser. Los dos primeros aspectos
son los que se enfatizan tradicionalmente y se trata de medir para justificar
resultados. Los dos últimos son los que fomentan la integración social y a la
construcción de ciudadanía. Para el desarrollo de los últimos (y también de los
primeros) sirven los programas que promueven la resiliencia en las escuelas.
La construcción de la resiliencia en la escuela implica
trabajar para introducir los siguientes seis factores constructores de
resiliencia (Henderson y Milstein, 2003):
* Brindar afecto y apoyo proporcionando respaldo y
aliento incondicionales, como base y sostén del éxito académico. Siempre debe
haber un “adulto significativo” en la escuela dispuesto a “dar la mano” que
necesitan los alumnos para su desarrollo educativo y su contención afectiva.
* Establecer y transmitir expectativas elevadas y
realistas para que actúen como motivadores eficaces, adoptando la filosofía de
que “todos los alumnos pueden tener éxito”.
* Brindar oportunidades de participación significativa en
la resolución de problemas, fijación de metas, planificación, toma de
decisiones (esto vale para los docentes, los alumnos y, eventualmente, para los
padres). Que el aprendizaje se vuelva más "práctico", el currículo
sea más "pertinente" y "atento al mundo real" y las
decisiones se tomen entre todos los integrantes de la comunidad educativa.
Deben poder aparecer las “fortalezas” o destrezas de cada uno.
* Enriquecer los vínculos pro-sociales con un sentido de
comunidad educativa. Buscar una conexión familia-escuela positiva.
* Es necesario brindar capacitación al personal sobre
estrategias y políticas de aula que trasciendan la idea de la disciplina como
un fin en sí mismo. Hay que dar participación al personal, los alumnos y, en lo
posible, a los padres, en la fijación de dichas políticas. Así se lograrán
fijar normas y límites claros y consensuados.
* Enseñar "habilidades para la vida":
cooperación, resolución de conflictos, destrezas comunicativas, habilidad para
resolver problemas y tomar decisiones, etcétera. Esto sólo ocurre cuando el
proceso de aprendizaje está fundado en la actividad conjunta y cooperativa de
los estudiantes y los docentes.
El fomento de la resiliencia en el ámbito escolar y
comunitario es importante para establecer vínculos sociales, actitudes y
comportamientos positivos, reafirmar los valores y evitar el aislamiento social
que conduce a otros problemas graves, como la violencia y la discriminación. La
sociabilidad es germen de la solidaridad y de la corresponsabilidad social.
Cómo ayudar a la formación de la resiliencia.
El principal elemento constructor de resiliencia para
cada individuo, es una relación de confianza —aunque sea con un solo adulto, ya
sea dentro de la familia o fuera en la escuela— que le transmita: "tú me importas,
tú puedes, tú eres”.
Esta labor no sólo recae en el docente sino en todo el
personal escolar, como la psicóloga, la trabajadora social, la enfermera, el
director, etcétera, quienes deben ayudar a los alumnos a encontrar y
desarrollar sus capacidades resilientes, diciéndoles frases como: "tu
capacidad de encontrarle el lado bueno a la situación familiar que te afecta es
increíble y te permite superar lo que te pasa", “cuenta conmigo”,
"sabía que podías enfrentar y superar esa situación”, y “ya sabes que no
estás solo, tus maestros te apoyamos”
También podemos abrir nuevos espacios a la participación
escolar con sentido. Esto podría implicar la inclusión de alumnos en comisiones
de gobierno escolar, aun en los niveles primarios. Los programas entre compañeros,
incluyendo el de servicio comunitario, las numerosas actividades antes, durante
y después del horario escolar, y la aplicación de estrategias de enseñanza
participativas, son formas de brindar a los alumnos diferentes oportunidades de
actuar significativamente en este sentido.
Algunos proyectos funcionan mejor en manos de los
educandos, como revistas escolares, los centros ambientales y programas de
alfabetización. En todo caso, es importante contar con el respaldo de los
padres, la comunidad y otras organizaciones, con el fin de implementar la
construcción de resiliencia en cada aula y en toda la escuela.
Bibliografía
* Cyrulnik, Boris, La maravilla del dolor. El sentido de
la resiliencia, Ed. Garnica, Barcelona, 2000.
* Cyrulnik, Boris. Los patitos feos. La resiliencia: una
infancia infeliz no determina la vida, Gedisa, Barcelona, 2002.
* Cyrulnik, Boris. El encantamiento del mundo, Ed.
Gedisa, Barcelona, 2002.
* Henderson, Nan y Milstein, Mike. Resiliencia en la
escuela, Ed.Paidós, Buenos Aires, 2003.
* Manciaux, Michel (comp.). La resiliencia: resistir y
rehacerse, Ed. Gedisa, Barcelona, 2003.
* Organización Panamericana de la Salud. Manual de
Identificación y promoción de la resiliencia en niños y adolescentes. Madrid,
1998.
* Grotberg. (1997): “La resiliencia en acción”, trabajo
presentado en el Seminario Internacional sobre Aplicación del Concepto de
Resiliencia en Proyectos Sociales, Universidad Nacional de Lanús, Fundación Van
Leer, 1997.
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