Desperdiciar comida no puede ser ecointeligente
La ONU ha declarado esta semana oficialmente el estado de hambruna en dos regiones del sur de Somalia, y pidió a la comunidad internacional 300 millones de dólares para, literalmente, salvar vidas.
Fuerte contraste con el primer mundo donde tiramos millones de kilos
de alimentos a la basura, porque tienen algún defecto estético, porque
los peces caen por error en las redes, o porque hay partes animales que
no comemos por razones culturales.
En verano y con las vacaciones en ciernes, nuestro juicio no mejora:
las neveras se vacían y los vertederos se llenan de comida en buen
estado, olvidándonos de las 1.000 millones de personas que sufren hambrunas.
Analizar
por qué se tiran los alimentos y sus repercusiones medioambientales,
económicas y morales es lo que ha investigado el británico Tristram Stuart, del Centro de Historia Medioambiental Mundial de la Universidad de Sussex, en su libro Desplifarro, el escándalo global de la comida.
En su ardua investigación revela los trucos de los distribuidores, las
penurias de los agricultores para cumplir cuotas impuestas por los
hipermercados y normativas absurdas y la inconsciencia de quienes
compran más de lo que pueden comer. Pero también aporta soluciones
porque evitarlo es posible.
En otro informe, denominado Save Food,
se indica que aproximadamente el 30% de la comida empaquetada se tira
sin ni siquiera haber sido abierta, o que la mitad de los alimentos
desechados se podrían haber consumido perfectamente si se hubieran
conservado y almacenado mejor en el hogar.
Pero también malgastamos el agua ya que la comida desechada supone
perder millones de m3 gastados en irrigación. Y ensuciamos el aire: un
10% de las emisiones de CO2 se atribuyen a la producción, transporte y
elaboración de alimentos de los que no se hace un uso ecointeligente.
Según la FAO, si los países ricos redujeran su provisión de alimentos al 130% de lo que necesitan, la demanda global bajaría un 19,6% y sobraría comida en el planeta
Los españoles tiramos a la basura 11.000 millones de euros en comida,
lo que equivale al 20% de los alimentos que compramos a diario. Ésta es
una de las conclusiones más espectaculares que recoge informe Save Food, antes citado, sobre hábitos en el consumo de alimentos, elaborado por la compañía Albal y presentado conjuntamente con la organización humanitaria Acción contra el Hambre.
Con respecto a la siempre controvertida caducidad de los alimentos,
destacamos las acciones que están tomando las autoridades alimentarias y
sanitarias británicas, decididas a regular la información relativa a la
fecha de caducidad de los alimentos de modo que a través de una
información única y clara, se eviten las dudas que sobre este particular
afectan actualmente a muchos consumidores, llevándolos a tirar comida
en buen estado. El proyecto contempla la posibilidad de eliminar el
actual sistema de etiquetado en el que se hace referencia a datos tan
imprecisos como “consumo preferente antes de…”, para incluir una única
información que indique, sin lugar a dudas, el momento exacto en que el consumo de un producto puede ser peligroso para la salud.
Una situación insostenible con la que convivimos todos los días y que
sin duda se puede ver aliviada si cada uno de nosotros hace un consumo responsable y ecointeligente.
Con nuestros hábitos de consumo sin duda podemos influir en el resto de la cadena de valor de la alimentación ¿no crees?
Original
Original
Comentarios
Publicar un comentario