Diez necesidades neuróticas. Karen Horney.
Karen Horney,
en su experiencia clínica, distinguió 10 patrones particulares de
necesidades neuróticas, los cuales están basados sobre aquellas cosas
que todos necesitamos, pero que se han vuelto distorsionadas de diversas
formas por las dificultades de las vidas de algunas personas. El
neurótico ha hecho de la necesidad lo central de su existencia.
Las necesidades neuróticas son las siguientes.
1.- Necesidad neurótica de afecto y aprobación.
Necesidad indiscriminada de complacer a los demás y ser querido por
ellos. Todos necesitamos afecto, entonces ¿qué es lo que hace neurótica a
esta necesidad? Primero, la necesidad es irreal, irracional,
indiscriminada. Por ejemplo, todos necesitamos afecto, pero no lo
esperamos de todo aquel que conocemos. No esperamos grandes dosis de
afecto de parte de incluso nuestros mejores amigos y relaciones. No
esperamos que nuestras parejas nos den afecto todo el tiempo, en todas
las circunstancias. No esperamos grandes muestras de amor mientras que
nuestras parejas están rellenando los formularios de pagos a Hacienda,
por ejemplo. Y, somos conscientes de que habrá muchas veces en nuestra
vida donde tendremos que ser autosuficientes.
Segundo,
la necesidad neurótica es bastante más intensa y provocará un gran
monto de ansiedad si no se satisface su demanda o incluso si se percibe
que no será satisfecha en un futuro. Es esto, por tanto, lo que le lleva
a tener esa naturaleza irreal. El afecto, para continuar con el mismo
ejemplo, debe expresarse claramente en todo momento, en todas las
circunstancias, por todas las personas, o el pánico se instaurará. El
neurótico ha hecho de la necesidad lo central de su existencia.
2.- Necesidad neurótica de pareja; de
alguien que lleve las riendas de nuestra vida. Esta necesidad incluye
la idea de que el amor resolverá todos nuestros problemas. Una vez más, a
todos nos gustaría tener un compañero con quien compartir nuestra vida,
pero el neurótico va uno o dos pasos más allá.
3.- Necesidad de restringir la vida propia a límites muy estrechos,
a no ser demandantes, a satisfacernos con muy poco. Incluso esta
postura tiene su contrapartida normal. ¿Quién no ha sentido la necesidad
de simplificar la vida cuando se vuelve muy estresante; de unirse a una
orden monacal; a desaparecer de la rutina; o de volver al útero
materno?.
4.- Necesidad neurótica de poder,
de control sobre los demás, de omnipotencia. Todos buscamos el poder,
pero el neurótico se desespera por lograrlo. Es un dominio de su propia
gesta, usualmente acompañado de un rechazo por la debilidad y una fuerte
creencia en los propios poderes racionales.
5.-
Necesidad neurótica de explotar a los demás y sacar lo mejor de éstos.
En la persona común podríamos entender esto como la necesidad de tener
un efecto, de provocar impacto, de ser escuchado. En el neurótico, se
convierte en una manipulación y la creencia de que los demás están ahí
para ser utilizados. Puede comprender también una idea de miedo a ser
manipulado por los demás, de parecer estúpido. Ustedes se habrán
percatado de esas personas que les encanta las bromas pesadas, pero no
las soportan cuando ellas son el blanco de tales bromas, ¿no?
6.- Necesidad neurótica de reconocimiento o prestigio social.
Somos criaturas sociales, así como sexuales, y nos gusta ser apreciados
por los demás. Pero estas personas están sobrepreocupadas por las
apariencias y la popularidad. Temen ser ignoradas, simples, poco “guay” y
“fuera de lugar”.
7.- Necesidad de admiración personal. Todos
necesitamos ser admirados por nuestras cualidades tanto internas como
externas. Necesitamos sentirnos importantes y valorados. Pero algunas
personas están más desesperadas y necesitan recordarnos su importancia
(“nadie reconoce los genios”; “Soy el verdadero artífice detrás de las
escenas, ¿sabes?”, y así sucesivamente. Su miedo se centra en no ser
nadie, falto de importancia y sin sentido en sus acciones.
8.- Necesidad neurótica de logro personal. Una
vez más diremos que no hay nada malo en aspirar a logros, ni mucho
menos. Pero algunas personas están obsesionadas con ello. Deben ser los
número uno en todo y dado que esto es, desde luego, una tarea muy
difícil, vemos a estas personas constantemente devaluando aquello en lo
que no pueden ser los primeros. Si, por ejemplo, son buenos corredores,
el lanzamiento de disco y las pesas son “deportes secundarios”. Si su
fuerte es lo académico, las habilidades físicas no son de importancia, y
demás.
9.- Necesidad neurótica de autosuficiencia e independencia. Todos nosotros
debemos cultivar cierta autonomía, pero algunas gentes sienten que no
deberían necesitar de nadie nunca. Tienden a rechazar la ayuda y muchas
veces son reticentes a comprometerse en una relación afectiva.
10.- Necesidad de perfección e inexpugnabilidad. Muchas
veces para ser cada vez mejores en nuestra vida, tenemos un impulso que
puede de hecho ser de consideración neurótica, pero algunas personas
pretenden constantemente ser perfectas y temen fallar. No resisten que
se les “coja” en un error y necesitan, por tanto, controlar todo el
tiempo.
A
medida que Horney fue revisando sus conceptos, empezó a darse cuenta
que sus tipos de necesidades neuróticas podían agruparse en tres amplias
estrategias de adaptación:
- Complianza (cumplimiento), que incluye las necesidades 1, 2 y 3.
- Agresión, incluyendo las necesidades desde la 4 hasta la 8.
- Alejamiento, incluyendo las necesidades 9, 10 y 3. Esta última fue añadida porque es crucial para lograr la ilusión de independencia y perfección total.
En
sus escritos, la autora usó otras frases para referirse a estas tres
estrategias. Además de la complianza, se refirió a ésta como la
estrategia de moverse hacia y la llamada auto-retirada. Sólo tenemos que
detenernos un poco para ver que estas frases son muy similares en
contenido al acercamiento de aprendizaje o de la personalidad flemática
de Adler.
El
segundo punto (la agresión) también fue llamado como moverse en contra
de o como la solución expansiva. Correspondería a lo mismo que describió
Adler con su tipo dominante o la llamada personalidad colérica.
Y
finalmente, además de alejamiento, la tercera necesidad fue llamada
también como alejarse de o la solución de resignación. Es muy parecido
al tipo evitativo de Adler o la personalidad melancólica.
Desarrollo
Es
cierto que algunas personas que fueron víctimas de abuso o de rechazo
en su infancia sufren de neurosis en su vida adulta. Lo que casi siempre
olvidamos es que la mayoría no. Si tienes un padre violento o una madre
esquizofrénica, o has sido abusado sexualmente por un tío, podrías, no
obstante, tener otros miembros familiares que te quisieron mucho, que
cuidaron mucho de ti y que trabajaron para protegerte de otros posibles
daños; y podrías haber crecido sano y feliz como adulto. Es incluso aún
más cierto que la mayoría de los neuróticos adultos de hecho no sufren
de abusos ni rechazo infantil, por tanto la surge la siguiente
interrogante: si el rechazo ni el abuso infantil son las causas de las
neurosis, entonces ¿qué la produce?.
La
respuesta de Horney es la llamada indiferencia paterna o como ella le
llamaba “la maldad básica” o una falta de calidez y afecto durante la
infancia. Hay que saber que incluso una paliza ocasional o un encuentro
sexual en la niñez pueden superarse, siempre y cuando el niño se sienta
aceptado y querido.
La
clave para entender la indiferencia parental es que constituye una
forma de percepción del niño y no de las intenciones de los padres. Aquí
sería bueno recordar que “El camino al infierno está lleno de buenas
intenciones”. Un padre con buenas intenciones puede fácilmente
transmitir una comunicación de indiferencia a sus hijos con cuestiones
como las que siguen: preferencia de un hijo sobre otro, negarse a
cumplir promesas mantenidas, alterando o entorpeciendo relaciones con
amigos de sus hijos, burlarse de las ideas de los hijos y así
sucesivamente. Nótese que muchos padres, incluso aquellos buenos padres,
hacen esto debido a las presiones en las que ellos mismos se
encuentran. Otros lo hacen porque ellos mismos son neuróticos y colocan
sus necesidades sobre las de sus hijos.
Horney
observó que los niños responden no con pasividad y debilidad ante la
indiferencia parental, tal y como nosotros creemos, sino que lo hacen
con rabia, respuesta que la autora describe como la hostilidad básica.
El hecho de frustrarse conlleva a una respuesta primera de un esfuerzo
por protestar por la injusticia.
Algunos
niños perciben que esta hostilidad es efectiva y con el timepo se
convierte en una respuesta generalizada ante las dificultades de la
vida. En otras palabras; desarrolan un estilo adaptativo agresivo,
diciéndose a sí mismos, “si tengo el poder, nadie puede haceme daño”.
Sin
embargo, la mayoría de los niños se hallan sobresaturados de ansiedad
básica, lo que se traduce casi siempre en un miedo al abandono y a
sentirse desamparados. Por una cuestión de sobrevivencia, la hostilidad
básica puede ser suprimida y así los padres alcanzan la victoria. Si
esta actitud parece funcionar mejor para el niño, entonces se
consolidará como la estrategia adaptativa preferida (complianza). Se
dicen a sí mismos: “Si puedo lograr que me quieras, entonces no me harás
daño”.
Algunos
niños descubren que ni la agresión ni la complianza eliminan la
indiferencia parental percibida, por lo que solucionan el problema
abandonando la lucha familiar y metiéndose en sí mismos, volviéndose
preocupados por ellos prioritariamente. Esta es la tercera estrategia
adaptativa. Se dicen: “Si me repliego, nada me dañará”.
Teoría del self
Horney
tenía una manera más de ver a las neurosis: en términos de imagen del
self ( de sí mismo). Para Horney el self es el centro del ser; su
potencial. Si uno ha sido sano, entonces habría desarrollado un concepto
preciso de quién soy y por consiguiente podré sentirme libre de
impulsar ese potencial (auto-realización).
El
neurótico tiene una visión diferente de las cosas. El self neurótico
está “escindido” en un self ideal y un self despreciado. Otros teóricos
hablan de un self “especular”, aquel que piensas que los demás ven. Si
miramos a nuestro alrededor (de forma precisa o no) creyendo que los
demás te están despreciando, entonces internalizaremos esta sensación
como si fuese verdaderamente nuestra percepción de nosotros mismos. Por
otro lado, si estamos fallando de alguna manera, esto implicaría que
existen ciertos ideales ante los que nos estamos sometiendo. Estamos
creando un self ideal fuera de nuestras “posibilidades”. Tenemos que
entender que el self ideal no es una meta positiva; todo lo contrario,
es irreal y finalmente imposible de alcanzar. Por tanto, el neurótico se
balancea entre odiarse a sí mismos y pretender ser perfectos.
Horney
llamó a esta relación estrecha entre los yo ideales y despreciados como
“la tiranía de los posibles” y de los neuróticos la “lucha por la
gloria”.
La persona sumisa cree que “debería ser dulce, auto-sacrificado y santo”.
La persona agresiva dice “debería ser fuerte, reconocido y un ganador”.
La persona introvertida cree que “debería ser independiente, reservado y perfecto”.
La persona agresiva dice “debería ser fuerte, reconocido y un ganador”.
La persona introvertida cree que “debería ser independiente, reservado y perfecto”.
Y
mientras está vacilando entre estos dos self imposibles, el neurótico
se ve alienado de su propio yo y retraído de llevar a cabo sus
potenciales verdaderos.
Discusión
A
primera vista, parecería que Horney robó algunas de las mejores ideas
de Adler. Está claro, por ejemplo, que sus tres estrategias adaptativas
son muy cercanas a los tres tipos adlerianos. Es, de hecho, bastante
lógico pensar que Karen fue muy influida por Adler, pero si nos
acercamos bien a cómo ella derivó sus tres estrategias (a través de
colapsar grupos de necesidades neuróticas), podemos observar que
simplemente llegó a las mismas conclusiones desde un abordaje distinto.
Sin embargo, no hay duda de que tanto Horney como Adler (y Fromm y
Sullivan) constituyen una escuela no oficial de psiquiatría. Usualmente
son llamados neo-freudianos, aunque el término sea bastante impreciso.
Por desgracia, el otro término común es el de psicólogos sociales, el
cual, aún cuando es preciso, es un término usado más para designar un
área de estudio.
Es
importante observar cómo la teoría de Horney se acerca a la de Adler en
cuanto a las diferencias entre el afán de perfección sano y neurótico, e
incluso, para adelantarnos un poco a nuestros autores revisados, cómo
se parece su conceptualización a la de Carl Rogers. Muchas veces creo
que cuando varias personas ofrecen ideas similares, es un buen signo de
que estamos llegando a algo valioso.
Karen
Horney tuvo un par más de interesantes ideas que deberíamos mencionar.
En primer lugar, ella criticó la idea freudiana de envidia al pene.
Aunque aceptó que esto de hecho ocurría en algunas mujeres neuróticas,
estaba muy lejos de ser un fenómeno universal. Sugirió que lo que
parecía ser una envidia al pene era realmente una envidia justificada al
poder de los hombres en este mundo.
De
hecho, decía, podría haber una contrapartida masculina a la envidia al
pene en los hombres, la envidia al útero, significando a aquella envidia
que se siente ante la habilidad femenina de criar hijos. Quizás, el
grado hasta donde muchos hombres se dirigen a por el éxito y de querer
que sus apellidos perduren después de su muerte es una compensación por
su incapacidad de perdurar una parte de sí mismos a través de llevar
consigo, amamantar y criar sus hijos.
Una
segunda idea, la cual no tiene mucha aceptación en la comunidad
psicológica, es la del autoanálisis. Karen Horney escribió uno de los
primeros manuales de autoayuda ybsugirió que con pequeños problemas
neuróticos, nosotros podríamos ser nuestros propios psiquiatras.
¡Podemos observar aquí cómo esta idea podría amenazar unos cuantos de
esos egos delicados que hacen su vida como terapeutas!. Siempre me
sorprenden las reacciones que algunos de mis colegas tienen con respecto
a personas como Joyce Brothers, el famoso columnista psicólogo
(Posiblemente, esta postura de algunos terapeutas, sobre todo en el
ámbito psicoanalítico esté en sus inicios de modificarse, debido a una
nueva apertura y flexibilización de los puntos de vista ortodoxos y
radicales de las escuelas. N.T.). Aparentemente, si no trabajamos con
una guía oficial, tu trabajo se verá reducido a considerarse como
“psicología barata”. (Desde nuestra postura, es muy probable que muchos
psiquiatras, ante el temor de una psicoterapia menos científica, opten
por aferrarse a una psiquiatría bilogicista, donde los fenómenos
psicológicos no tienen otra cabida que la causa orgánica, aferrándose
así a la “ciencia médica”. N.T.).
El
comentario más negativo que podría hacer a Karen Horney es que su
teoría está limitada a la neurosis. Además de dejar de lado la psicosis y
otros problemas, aísla a la persona verdaderamente sana. No obstante,
ya que ella sitúa a las personas neuróticas y sanas en un contínum, se
refiere al neurótico que existe en todos nosotros.
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