Al calor de un lápiz, por Julia Otxoa
La fosa de Julia Otxoa
Al calor de un lápiz, por Julia Otxoa
La noche del 7 de septiembre de 1936 una turba fascista, con el
beneplácito del párroco de Eulate, asesinaba a tres hombres, a tres rojos, cuya
única culpa era su ideario de izquierdas, pues los tres eran afiliados de UGT.
Las tres víctimas eran mi abuelo Balbino García de Albizu que tenía 58 años y
era guarda forestal del Monte Limitaciones en la Sierra de Urbasa en Navarra
desde 1915. Dejaba viuda y seis hijos. Los otros dos eran Balbino Bados García,
maestro de Peralta, y Gregorio García Larrambebere, carbonero. Tras matarlos al
pie de la sima los arrojaron a su oquedad, de 20 metros de profundidad, para
ocultar su crimen.
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Durante toda mi vida, desde que a temprana edad supe de esta barbarie,
recuerdo que sus hijas, Mercedes García de Albizu, y mi madre Ignacia García de
Albizu, han mantenido su memoria viva en mi familia. Hasta esa sima, cerrada
con una gruesa capa de cemento por aquellos que temían que pudieran encontrarse
las huellas de la matanza, hemos subido fielmente cada año, para depositar
flores, con nuestro cariño e íntima promesa de
invulnerable memoria de los hechos.
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Es ahora, 77 años después, cuando ha sido posible su exhumación, tras
las gestiones realizadas por un primo mío,
Balbino García de Albizu Jiménez, y las de la Asociación de Familiares
de Fusilados de Navarra. De este modo, y tras las autorizaciones correspondientes,
ha sido la Sociedad de Ciencias Aranzadi la que bajo la dirección del médico forense
Francisco Etxeberría la ha podido finalmente llevar a cabo, junto con todo su
equipo de arqueólogos y antropólogos, formado por más de catorce personas, con
carácter altruista y voluntario, dando un inmenso ejemplo ético de colaboración
desinteresada en la recuperación de la Memoria histórica. Tienen en su haber la
exhumación de cientos de fosas por toda España.
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La convivencia experimentada con todos ellos ha sido extraordinaria y
esperanzadora, también con la presidenta, Olga Alcega, de la Asociación de
Familiares de Fusilados, Rosa Irisarri y tantos otros, hemos trabajado junto a
ellos codo con codo, bajo una intensa lluvia y viento, embarrados
completamente, pero llenos de entusiasmo por estar colaborando en dar
visibilidad a nuestros familiares, a esas víctimas con las cuales, como dice el
propio forense Paco Etxeberria: “El principio de verdad, reparación y justicia,
no se ha cumplido todavía” .
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Uno de esos días, cuando ascendían por fin los restos, no de cuatro
cuerpos como creíamos en un principio, sino de diez personas, en el momento en
que Paco abrió ante las cámaras de televisión una cajita con los pocos objetos
encontrados entre los esqueletos y puso en mi mano un pequeño lápiz azul, me
emocioné profundamente. De algún modo, aquel lápiz significaba la petición de
escritura de un relato, la de esos pobres e indefensos esqueletos, algunos de
ellos bastante destrozados por mordiscos de los perros, se encontraron los
restos de tres canes, que posiblemente alguien arrojó vivos a esa sima y que
para sobrevivir se alimentaron de los cadáveres........
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No quiero extenderme demasiado para no fatigar al lector, tan sólo
acabar con una reflexión. ¿Que clase de Estado es aquel que desconoce todavía
hoy, setenta y siete años después, la identidad de miles de sus ciudadanos asesinados,
ocultos en cunetas, simas y fosas
comunes?
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Muchos esqueletos siguen reclamando todavía que les pongamos un nombre,
que escribamos su historia, como la de estos siete innominados encontrados por sorpresa en el interior de la
sima de Urbasa, y que ahora será preciso investigar para encontrar su identidad
y entregarlos a sus familiares y darles el digno enterramiento al que como
seres humanos todos tenemos derecho.
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Al calor de un lápiz han dormido durante muchos años, a veinte metros de
profundidad, desparramados sobre la húmeda oscuridad de las piedras, solos,
aguardándonos, esperando nuestra palabra, el lenguaje que los nombre y rescate
del olvido.
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* La primera ilustración es un fotomontaje de Julia Otxoa,
la segunda y tercera son el exterior y el interior de la sima, en la
cuarta se muestra un cráneo con un orificio de bala y en la quinta el
lápiz. Las fotos son de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
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